23 de mayo de 2014

Taiana - discurso completo de cierre en Río Cuarto

Compartimos el discurso completo de cierre de Jorge Taiana en la Asamblea Popular del Pensamiento Emancipatorio que se desarrolló el 16 y 17 de mayo del 2014 en la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba. 

En principio quiero agradecer al rector, Marcelo Ruíz, por haber puesto la universidad a disposición de todos nosotros y al saludarlo a él saludamos a todos los que han trabajado en la organización.


En nombre del grupo convocante -que somos varios y militamos en diversos partidos- queremos agradecerles a los panelistas que han venido y participado y por supuesto agradecerles a todos ustedes que están acá que no solo han asistido, sino que también han participado, preguntado, debatido.


Este encuentro se hace en la ciudad de Río Cuarto porque está en el centro del país y queremos dar un mensaje de que nos interesa el país federal y estamos pensando en toda la Argentina; y se hace en la universidad porque es un ámbito de pensamiento y de encuentro con la acción. Y, justamente, acá lo que estamos haciendo es juntar actores políticos, sociales, intelectuales para que debatan sobre nuestra realidad y sobre cómo continuar el proceso de transformación. 


La primera conclusión que quiero señalar es que los convocantes consideramos este encuentro como un gran éxito y consideramos que lo que debemos hacer es, en primer lugar, difundir lo que ha sucedido acá y por eso se va a publicar un libro con las ponencias y por eso también se ha grabado y se van a hacer distintos programas sobre los debates que se han dado aquí. Esto no termina acá, sino que es una fuente de material para seguir trabajando en otras realidades.



Lo que vamos a anunciar también es que este es el primer encuentro, pero debe repetirse. El próximo será en Mar del Plata, aunque todavía no hay fecha exacta. Creo que esta Asamblea Popular del Pensamiento Emancipatorio es un espacio para discutir sobre la Argentina y es una tarea con la que podemos convocar, dialogar y hacer participar a muchos compañeros. Ese es el objetivo primero y preciso que ha tenido esta convocatoria: comenzar el debate que todos los que apoyamos este proceso que comenzó en el 2003, tenemos que hacernos: ¿qué gobierno queremos en el 2015?, ¿cómo se continua el proceso de transformación?, ¿qué prioridades debemos fijarnos y qué tenemos que pedirle y exigirle a aquellos compañeros que van a ser candidatos -o precandidatos- en nombre del Frente para la Victoria, en nombre de este proceso? Queremos llegar a esas elecciones no solo con un candidato, sino con un debate entre nosotros y con el conjunto de la sociedad respecto de cómo se sigue.



Yo digo que tenemos que definir el segundo tomo. Hemos escrito en estos 11 años un tomo sobre cómo recuperar la Argentina; lo hemos puesto en marcha y ahora tenemos que pensar en cuál es el segundo tomo que debe realizar el gobierno y la sociedad a partir del 2015. Lo primero que tenemos que pensar y discutir es porqué es importante el 2015. Honestamente creo que quien resulte electo en el 2015 y el rumbo político que se tome entonces es muy importante, no es un tema menor.



Es verdad que las luchas nacionales y populares y la lucha por la justicia se prolongan en el tiempo y que una reducción del rumbo de avance no va a significar el fin de esas luchas; sin embargo yo creo que durante el gobierno de quien asuma en el 2015 se van a producir dos grandes definiciones de tipo político-estratégico que van a tener peso sobre el futuro. Por eso creo que no es lo mismo una solución que otra, ni una persona que otra y por eso no es lo mismo una prioridad que otra; por eso esta asamblea tiene que discutir cuáles son los caminos a transitar.



¿Cuáles son esos dos temas estratégicos pendientes? El primero es un tema de inserción internacional y el perfil de la Argentina productiva; el segundo es la relación entre el poder político y los poderes fácticos o el poder concentrado en nuestro país. En esas dos áreas se ha trabajado en todos estos años y no creo que sea indistinto qué pase a partir del 2015.



En relación a esto que denomino la inserción internacional de la Argentina me parece que claramente entre el 2015-2019 se va a definir el grueso de qué opción vamos a tomar los argentinos. Eso depende del gobierno que suba y de la política que se realice. Y la opción que se va a definir es qué país queremos: ¿un país que, basado en sus productos primarios y las industrias extractivas con poca elaboración, se inserte en el mundo en un marco de apertura como se planteó en el pasado o queremos que ese país se desarrolle y continuar con la tarea comenzada en estos años de avanzar en una Argentina integrada con un tejido productivo e industrial importante, con sectores de punta, con altos niveles en ciencia y tecnología que pueda insertarse en el mundo de otra manera?



Creo que esa es la definición más importante y es la que alinea todos los otros temas: o volvemos al viejo proyecto de la generación del '80, que triunfó en el pasado con la exportación de materias primas y abriéndose al mercado de esa forma o cambiamos esa historia y logramos lo que en el pasado no lograron Vicente Fidel López ni Carlos Pellegrini, una Argentina con un desarrollo industrial importante que garantice el trabajo para todos, salarios altos, justicia social.



Esa definición no es indistinta. No es indistinto que se haya comenzado por ese camino en el 2003 y no es indistinto lo que pase en los próximos cuatro años, porque el momento que vive la economía mundial, el momento que vive la región y la evolución del proceso económico y comercial va a hacer que las oportunidades para ese desarrollo (que hoy son altas porque tenemos precios altos en los commodities, porque tenemos acceso a tecnología diversa y porque tenemos nichos donde productos industriales nuestros tienen lugar gracias a la tecnología aplicada) sean importantes en el mercado mundial. Pero esa oportunidad no va a durar permanentemente. La inserción mundial de Argentina que hubo en 1880 se definió en 1870 y ese ciclo no se pudo modificar hasta la crisis de 1930, entonces no es lo mismo lo que vaya a pasar y no es cierto que la oportunidad que no aprovechemos mañana podamos aprovecharla la semana que viene.



Tenemos una ventana de oportunidad -como dicen los gringos- en los próximos años y si no somos capaces de aprovecharla la vamos a perder y eso se va a traducir en pobreza, miseria, desocupación y sufrimiento para buena parte de los argentinos. Sabemos que esa opción estratégica (lo agrícola, la materia prima sin valor agregado, la opción extractiva) no garantiza el bienestar de la mayoría de los argentinos y sabemos que condena a la marginación, la exclusión y la falta de derechos a millones de argentinos. Por eso es que nosotros vamos a pelear porque esa opción no triunfe.



¿Cuáles son las condiciones para que esa opción integradora de una Argentina que utilice la súper renta agraria para financiar un desarrollo industrial potente con ciencia y tecnología triunfe? Un requisito fundamental para eso es la integración regional. No hay desarrollo sólido de la Argentina sin integración regional; no hay para Chile, ni para Brasil que es un gran país con un PBI importante y 200 millones de habitantes. No lo hay. Y uno de los condicionamientos que impone el capitalismo en esta etapa de desarrollo es que ese mundo, por un lado globalizado, se va armando en bloques y si nosotros no consolidamos nuestro bloque no vamos a salir de las condiciones de precariedad en las que estamos. 



Estamos recuperando ese tejido industrial desde el 2003; hemos encontrado un techo y ese techo debemos superarlo. Un primer requisito para lograrlo es la integración regional, que no es sencilla y tiene contradicciones y dificultades y es más difícil hacerla cuando no hay un crecimiento económico. Con crecimiento alto es más fácil poder acomodar ciertas cosas, intereses, sectores, pero acá lo que hay que defender es un definición política que es lo mismo que la democracia; siempre decimos que los problemas de la democracia se curan con más y mejor democracia, bueno, los problemas de la integración tienen la misma receta, se curan con más y mejor integración, no con menos. Esa es una primera condición necesaria para el desarrollo con justicia y equidad. 



Por supuesto que internamente esto requiere de una serie de acompañamientos y políticas específicas. Lo primero y central -eso ya lo planteaba Néstor y lo continua Cristina y debemos sostenerlo porque viene desde el más puro peronismo- es generar trabajo, trabajo decente como dice la OIT, trabajo en condiciones de plenitud de derechos y retribución adecuada. Debemos generar ese trabajo y para eso hay que hacer algunas cosas importantes. Ya se señaló acá cómo hicimos, en una etapa, para generar trabajo rápidamente y cómo después cada punto de crecimiento en el PBI significaba cada vez menos en la generación de trabajo. Ese tope que hoy está tiene que ver con lo que se llamó acá una etapa de reformas más estructurales y con la necesidad de cambiar y modificar -al menos en parte- la matriz de acumulación del capital en la Argentina. Si no modificamos esa matriz va a ser muy difícil y eso lo lograremos con varias cosas que se hablaron acá: tenemos que consolidar el tejido industrial con ciencia y tecnología, tenemos que desmonopolizar, desconcentrar, democratizar y argentinizar la producción económica. No hemos tenido éxito en estos años en eso y hoy debe ser una prioridad porque es imprescindible para crecer generando trabajo.



Una herramienta es la integración regional, que es un marco de condición. Tenemos que avanzar en la reforma tributaria, en una ley de servicios financieros, en una ley de inversiones extranjeras, en la creación de un banco de desarrollo industrial porque no hay, en ninguna parte, consolidación si no hay un banco específico. Lo hemos suplido a partir de la ANSES pero con eso no alcanza; necesitamos un banco específico que garantice créditos para el desarrollo de una pequeña y mediana industria que emplee trabajo, que pueda darles calidad a esos trabajadores y que sea capaz, en formas asociativas, de desarrollar nichos a nivel nacional, regional y general. Con ciencia y tecnología eso se puede hacer.



Esa es una tarea importante y no es sencilla porque también se dijo acá que la matriz de acumulación del capitalismo en la era actual es una matriz que no genera trabajo y genera mucha concentración. La Ford era una fábrica que generaba mucho trabajo y que democratizaba parte del mundo del trabajo a través de la igualación de las condiciones de los trabajadores. Esa matriz ha cambiado, hoy la tecnología reduce la mano de obra y concentra la composición del capital. Esa matriz que se está imponiendo en todo el mundo genera desigualdad. Por alguna razón, en todo el mundo, en los últimos veinte años, lo que ha crecido es la desigualdad, ha empeorado el índice de Gini. Paradójicamente (o no), la región más desigual del mundo -que somos nosotros, América Latina- es la única que mejoró en los índices, disminuyendo la desigualdad. Somos los únicos. Y eso se dio por las políticas públicas de los gobiernos. De la matriz de la producción económica hoy lo que surge es concentración de la riqueza y desigualdad, es una fábrica de desigualdad el proceso productivo actual y eso solo puede corregirse desde el Estado a través de políticas públicas, no solo desde el gobierno, sino también con gran movilización social.



Por eso es necesaria una actuación firme, activa, para lograr esos objetivos de desconcentrar, desmonopolizar, democratizar, argentinizar y dar más participación y que ese tejido industrial cambie definitivamente.



Sabemos es que eso no va a dar respuesta a todos los argentinos; sabemos que una parte importante de los trabajadores no está comprendida, por más que esto vaya bien. Hemos aprendido que el alto crecimiento económico no solo no garantiza por sí mismo el desarrollo -aunque es una condición de él-, sino que sabemos, por las características del proceso productivo, que deja fuera del mercado moderno a un número muy significativo de trabajadores. Los deja afuera de los derechos, del lado de que sean parte del sistema de reproducción de las condiciones de vida y es por eso que adquiere una dimensión estratégica, distinta a lo visto en el pasado, el sector de la economía popular, social.



Este sector tiene una relevancia extraordinaria y ha llegado para quedarse; por eso no alcanzan las políticas asistenciales para darles respuesta, porque la política asistencial podía tener su sentido mientras esos desocupados, esos autoempleados, en situaciones de baja productividad y casi en situación de subsistencia esperaban a ser incorporados al mercado formal del trabajo. Pero eso no va a suceder, al menos para una parte significativa. Por eso, además de estructurar un sector industrial importante, basado en la pequeña y mediana industria -que es la que ocupa trabajo con buena composición tecnológica-, nosotros tenemos que tener una respuesta específica para la economía popular. No hay forma de dar respuesta a esta situación y eso vale para la ciudad, el agro y la agricultura familiar.



Debemos plantear la creación de un ministerio de la economía popular que marque la relevancia y la importancia que tiene este nuevo sector laboral. Queremos terminar con la lógica de la exclusión y para eso necesitamos una respuesta integral. Lo contrario de la exclusión no es simplemente la inclusión, nosotros los peronistas tenemos un valor superior que es la justicia social, que implica más que la inclusión y ese es el objetivo por el que tenemos que luchar todos.



Hay un segundo punto político que es la relación entre el poder político y el poder concentrado. Con eso me refiero a la irreverencia de Néstor Kirchner al decir esa frase famosa sobre no dejar sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada. Néstor hizo algo peor que el cumplimiento de eso, interpretó lo que formalmente es obvio, y es que el gobierno que representa la voluntad popular tiene autonomía de decisión sobre los poderes fácticos argentinos y eso, es exactamente eso, lo que no le han perdonado a él y a Cristina. Acá el verdadero debate político está en si la representación popular que tiene un presidente tiene la fuerza suficiente para pararse y dirigir, ordenar y conducir los destinos de la Nación, subordinando los intereses de los distintos sectores de poder que durante muchos años se acostumbraron a hacer su voluntad. Todos sabemos que durante décadas los decretos se hicieron en las sedes y las áreas jurídicas de las grandes empresas.



La decisión de poner la voluntad popular en la figura del presidente por encima de los intereses fácticos es quizás la decisión política más importante que tomó Néstor y es una cosa que continuó Cristina y es lo que está en riesgo a partir del 2015. Es de lo que se trata cuando hablamos de la correlación de fuerzas; dependerá de quién venga, pero sobre todo dependerá de que se mantenga esa voluntad política de autonomía del poder político sobre los intereses fácticos concentrados.



Hay un punto donde nosotros tenemos que contribuir a eso, porque esa emergencia, esa capacidad de Néstor de ponerse por encima de los intereses concentrados fue posible porque tuvo voluntad política de hacerlo, pero también porque hubo una fractura en el bloque de poder, que fue la crisis del 2001-2002, que permitió que por el medio de esa fractura surgiera el gobierno popular. Y por esa característica -y la habilidad táctica de Néstor para aprovecharla- es que durante varios años tuvimos un proceso en la Argentina donde Néstor y Cristina fueron vanguardia del proceso de transformación. Es decir, no solo respondían a las demandas y las presiones e intereses de los sectores populares, sino que se pusieron delante de la sociedad y abrieron caminos que en buena medida sorprendieron a muchos de los que estábamos luchando por distintas reivindicaciones.



Este carácter de vanguardia, de avanzada creo que es innegable y fue una de las características de ese proceso. Un hombre que surgió, como decía él, con menos votos que desocupados, y que sin embargo fue capaz de avanzar y construir ese poder político desde un avance fuerte, desde la vanguardia, desde el "vamos para allá y ustedes súmense".



Esa situación objetivamente ha cambiado. El bloque de poder dominante ha sintetizado sus posiciones y está dando una férrea resistencia a la continuación del proceso de transformación. Por esta razón es mucho más decisivo lo que se haga desde las organizaciones sociales y políticas que han apoyado este proceso iniciado en 2003. El rol de la política, de la movilización y el debate es mucho más trascendente ahora y a partir del 2015 de lo que fue en el pasado. Se ha modificado la situación relativa entre el liderazgo del Estado, el Poder Ejecutivo y el movimiento social. Ya Cristina lo dijo en su discurso en Huracán, “no basta con el Poder Ejecutivo, necesito que me ayuden”. ¿Y a qué se refería? A que solo la voluntad política y el accionar administrativo no alcanzan para profundizar las transformaciones. Eso requiere organización, discusión, participación y movilización popular, de lo contrario es probable que los cambios sean mucho más difíciles y algunos se pierdan en el camino. Todo eso también requiere una variación institucional y la necesidad de buscar una reforma constitucional que recupere roles para el Estado Nacional y que busque formas democráticas de participación. Ese debate está pendiente, se abortó porque se enfocó en la cuestión de la reelección presidencial de Cristina y los resultados de octubre, pero la necesidad de una reforma constitucional sigue vigente y creo que es un tema que nosotros tenemos que tomar.



Por último, quiero decirles que debemos interpelar a los candidatos, pero eso no es preguntarles "¿usted qué haría en tal caso?" porque diga la verdad o mienta no tiene mucha importancia. Lo que debemos hacer es generar debate y darle centralidad política a lo que consideramos prioridad para la tarea del próximo gobierno. Si nosotros decimos que el trabajo es la prioridad central, el trabajo tiene que estar en el centro de nuestros reclamos, en el centro del esquema político y en el centro de las prioridades que establezca ese candidato. Esto no se define por deseos individuales, se define por fuerza política y nosotros tenemos por delante una tarea que no es sencilla, tenemos por delante la necesidad de reconstruir una mayoría que tiene diversos sectores sociales y diversos intereses; que abarca desde profesionales hasta empresarios, hasta militantes y miembros de la economía popular; que tienen que ver con la más diversas regiones; que tiene contradicciones y abarca a los más amplios sectores políticos, pero que son los sectores que históricamente se han beneficiado -y se van a beneficiar- de la continuidad del proceso de transformación y de las bases sólidas de una Argentina en desarrollo con igualdad y con trabajo para todos.



No hay otra opción que reconstruir esa mayoría y eso requiere debate, participación, capacidad de escuchar y sobre todo mucha convicción de que podemos triunfar, que podemos seguir adelante y que el sueño de una Argentina justa, libre y soberana está más cerca que antes y podemos alcanzarlo.


Gracias compañeros, gracias a todos por haber participado.

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